miércoles, 25 de marzo de 2015

David contra Goliat, la lucha eterna entre Venezuela y Estados Unidos

El Antiguo Testamento contiene un relato bíblico por demás conocido, la historia de David y Goliat, donde se narra que el gigante  y temido soldado filisteo, quién asedió por más de cuarenta días a los soldados de Israel, fue derrotado por un pastor de nombre David perteneciente a la tribu de Judá, que contando sólo con una honda y una piedra pudo vencer a Goliat, quién cayó al suelo tras el golpe asestado por David en su frente, tras lo cuál, fue decapitado con su propia espada (Veáse: Antiguo Testamento, 1a. Samuel 17: 4-51).

La historia de Venezuela y Estados Unidos se asemeja un poco a éste relato bíblico, el pequeño país que se enfrenta contra el gigante guerrero que tiene todas las ventajas armamentísticas y desafía abiertamente a toda América Latina a través de Venezuela. No podría afirmar que el final de éste enfrentamiento terminará con la derrota de Goliat, lo cierto es que no es la primera vez que se enfrenta al país Latinoaméricano, de cuyo caso, Venezuela ha sabido sortear los golpes del vecino Norteaméricano. Más allá de Chávez y su política anti-estadounidense, ha habido casos memorables donde Venezuela ha hecho valer su soberanía, sobre todo a aquello que se refiere a la administración de sus propios recursos. 

Con la llegada de la Segunda Revolución Industrial, el papel del petróleo en las actividades económicas se volvió preponderante, sin embargo, no es sino hasta el siglo XX cuando las grandes compañías petroleras encuentran su verdadero auge. Conocidas como las Siete hermanas (Standard Oil of New Jersey, hoy Exxon Mobil; Royal Dutch Shell; Anglo-Iranian Oil Company, hoy British Petroleum; Standard Oil of New York, ahora parte de Exxon Mobil; Standard Oil of California, más tarde conocida como Chevron y hoy Chevron Corporation; Gulf Oil Corporation, hoy divida entre Chevron y BP; y Texaco, que se fusionó con Chevron, formando la compañia Chevron Texaco hasta el año 2005, hoy sólo Chevron Corporation), éstas compañías petroleras, cinco de las cuales eran estadounidenses, habían formado un verdadero cártel, por lo que no había zona del globo que no controlaran y en la que pudieran explotar los yacimientos petrolíferos en una situación de total desventaja para los gobiernos poseedores de tales recursos. La desventaja también era para los países consumidores. No obstante, las verdaderas limitantes las tenían los países productores, quiénes no podían decidir ni cuánto, ni cómo, ni dónde, explotar sus recursos, evidentemente tampoco el dinero que recibirían por ello. 

"Un Estado productor se encontraba sólo ante los grupos multinacionales en todo lo esencial. El Estado productor no tenía ni voz ni voto sobre el ritmo de exploración de sus yacimientos, ni sobre la amplitud y localización del esfuerzo de investigación, ni sobre el rendimiento de la fiscalidad definida en los años 50 prácticamente sin contar para nada con él. Si algún país creaba algún problema, entonces las compañías sencillamente reducían sus compras en el mismo, y tomaban el petróleo de cualquier otra parte su inmenso imperio." [Roberto Centeno: 1982, p. 134]

La respuesta ante esta situación de subordinación por parte de las Siete hermanas hacia los países productores como consumidores no se hizo esperar. Por una parte, los países consumidores crearon sus propias compañías nacionales de petróleo, mientras que por otro lado, los países productores respondieron con su propio cártel. En efecto, el 14 de Septiembre de 1960 la Organización de Países Exportadores de Petróleo nace en Bagdad, auspiciada por 5 Estados: Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita y Venezuela (actualmente la organización se encuentra conformada por 12 miembros). La lógica nos índica que siendo el Medio Oriente una zona extremadamente rica en combustibles fósiles, la iniciativa de crear una organización que hiciera contrapeso a las Siete hermanas se habría originado ahí, no obstante, la realidad nos contradice. 

"Realmente el hombre que inventó la OPEP no fue ningún árabe, sino un abogado venezolano llamado Juan Pablo Pérez Alfonso. Era natural que los venezolanos se preocuparan por el petróleo, el país era un fuerte exportador de esa materia prima desde los años 20, y de él obtenía el gobierno la mayor parte de sus ingresos. Como doctor jurista que era, Pérez Alfonso fue el insipirador de la ley venezolana de 1943, la cual constituyó el más importante hito ocurrido en la historia de las relaciones entre gobiernos y compañías, ya que implantaba nada menos que la partición de los beneficios  al 50 por ciento entre el Estado y las compañías, algo impensable pocos años antes. En 1948, la dictadura de Pérez Jiménez toma el poder en Venezuela, y Juan Pablo Pérez Alfonso que había sido ministro de Minas e Hidrocarburos con el régimen democrático anterior se exilia, primero en Washington y después en México. Durante ese largo período, de casi diez años, no cejó en la maduración de un proyecto que pusiera fin al expolio a que estaba siendo sometido su país por las grandes compañías," [Roberto Centeno: 1982, pp. 134-135]
De acuerdo a Roberto Centeno, Pérez Alfonso encontró inspiración en una agencia gubernamental estadounidense llamada  Texas Railroad Comission, que se encargaba de supervisar la construcción de ferrocarriles en dicho estado, pero que a partir de 1919 también se encargó de controlar los suministros de petróleo y gas de la zona, por lo que podía regular tanto su producción como su precio. La política económica de la Comisión consistía en mantener los precios lo suficientemente altos como para que los pequeños productores ganaran algo, pero al mismo tiempo, lo grandes productores se veían beneficiados de dicha política. Pérez Alfono imaginó una Comisión a escala global que hiciera lo mismo, en cuyo caso, la posibilidad de vender menos petróleo, haría que el precio se mantuviera alto, y por lo tanto, se ganara más dinero, esto sin la necesidad de vender grandes cantidades de crudo. Esa fue la misma idea que expuso a Abdula Takiri, director de la oficina de asuntos petroleros de Arabia Saudita, que pretendía disminuir los privilegios de ARAMCO (Arabian-American Oil Company) y paulatinamente sacarla del mercado para luego asumir el rol y las operaciones con una compañía que perteneciera a los propios Saudíes. 

La idea estaba en puerta cuando el presidente de la Exxon, a pesar de la abundancia de petróleo en el mercado decidió bajar al mínimo los precios del barril, pronto las otras compañías hicieron lo mismo, esto dejó completamente vulnerables a las economías de los países productores cuyos presupuestos de pendían casi totalmente de los ingresos provenientes del petróleo (tal como ocurre en nuestros días). Ante los hechos, Abdulá Tariki convocó a una junta extraordinaria el 9 de septiembre de 1960, y con el apoyo total del rey Saud, así como el respaldo de los mayores productores de petróleo en el mundo, tras cinco días discusiones y negociaciones, se fundó una organización que en aquél momento controlaba aproximadamente el 90% de las exportaciones de petróleo a los mercados mundiales. Indudablemente las Siete Hermanas ya no tendrían la misma fuerza, ni conservarían el monopolio del petróleo, lo cual sólo fue posible por la agudeza y destreza de un venezolano. 


¡Gloria al bravo pueblo! se titula el himno de Venezuela, que a lo largo de los años no ha dejado de probarnos que lucha contra quienes intentan subyugar su soberanía, incluso en la cúspide de la Hegemonía estadounidense, Venezuela no dejó de revelarse ante lo que consideraba una injusticia. No obstante, ahora que nos encontramos situados en el ciclo B (de declive) de la Hegemonía de Estados Unidos de América (véase los III primeros tomos del Sistema-mundo Moderno de Immanuel Maurice Wallerstein), y ante el desafío directo de Venezuela a la doctrina Monroe ("América para los americanos") por su acercamiento desde 2006 al consorcio estatal ruso de gas GAZPROM (http://www.fyo.com/noticia/rusia-tiene-interes-en-el-gasoducto-de-venezuela), y sus más recientes acuerdos con China para obtener un multimillonario préstamo en favor de la paraestatal PDVSA (http://actualidad.rt.com/economia/169712-china-otorgara-venezuela-prestamo-petroleo), Estados Unidos tiene la obligación moral de "defender" a América, Venezuela sólo es la punta del iceberg que debe cortar para dominar una región que se acerca cada día más a las dos grandes potencias que comienzan a disputarle el título de la Hegemonía a un cada vez más debilitado Estados Unidos: China en la parte económica y Rusia en cuestión política.  

La pregunta es ¿Estados Unidos se atreverá a llevar a sus ejércitos a Latinoamérica, en especial a Venezuela y minar con ello los intereses de China y Rusia en un momento en que las tensiones se agudizan en todo el globo? De una manera religiosa, la historia de David y Goliat nos enseña que quién tiene fe en Dios es capaz de vencer a cualquier enemigo, sin importar tamaño, fuerza, o el tipo de armas que tenga; para el caso que nos atañe, de ninguna manera Rusia o China son dioses, pero sin duda poseen la capacidad militar para enfrentar a un Goliat Norteamericano, ¿será que la Tercera Guerra Mundial se llevará a cabo en suelo Americano? Es difícil poder afirmarlo, lo cierto es que, Estados Unidos no se quedará de brazos cruzados ante la intervención de éstas Grandes Potencias en un momento en el que ha declarado como enemigo a Venezuela.  



Escrito por Susana Guadalupe Alarcón Vázquez



Bibliografía

* Roberto Centeno, El petróleo y la crisis mundial, Génesis, evolución, y consecuencias del nuevo orden petrolero internacional.Alianza Editorial, Madrid, 1982

Referencias en línea

* Rusia tiene interés en el gasoducto de Venezuela [Consultado el 24 de marzo de 2015, en: http://www.fyo.com/noticia/rusia-tiene-interes-en-el-gasoducto-de-venezuela]
*  China otorgará a Venezuela un préstamo por 10 000 millones de dólares [Consultado el 24 de marzo de 2015, en: (http://actualidad.rt.com/economia/169712-china-otorgara-venezuela-prestamo-petroleo)]

1 comentario:

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